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A PROPÓSITO DE LOS MILLENNIALS.

Por Carlos González


Me encuentro con un concepto del psicoanalista argentino, Alfredo Grande, en uno de sus libros: “palabras de destrucción masiva”. Oportuna lectura: creo que Millennials es una de esas palabras aniquiladoras, una que oculta en vez de revelar, que parodia, que intenta mantener el orden creando una caricatura, una generalización burda pero tranquilizadora, que abre las puertas a nuevas formas de colonización. Una forma de negar lo diferente.

Una publicación en internet llama a un seminario para que empresarios puedan tratar con ellos: sujetos inmediatistas, bastante tontos (en el ejemplo, el “millennial” se conforma con googlear), frágiles al extremo, narcisistas, requirentes de gratificaciones inmediatas, egocentrados. Puede que encontremos algunas de estas características en muchos de ellos (digo: puede que podamos fundar estos juicios adecuadamente en algunos casos), pero quedarse en eso es perderse lo mejor que pueden traer: las nuevas generaciones traen encarnadas algunas de las cosas que fueron vislumbradas para los nuevos tiempos. Pero no sólo ellos, y en esto creo que está la más grave ceguera de esta palabreja. No se trata de una “psicología” sino de una ontología, de un “estilo” -ontológicamente hablando; tampoco de una generación en un sentido estrictamente cronológico. En una muestra pequeña y no azarosa, que espero servirá de base para un estudio algo más grande, encontramos una distribución “normal” de la millennialidad, medida en un test rápido. Una curva de Gauss aguzada, pero campana igual: hay mayorcitos bastante millennials y jovencitos anacrónicos. Los millennial mayores siempre se sintieron un poco descalzados y tienden a sentirse muy cómodos con las nuevas prácticas sociales. Los jovencitos anacrónicos celebran y comparten el post mencionado arriba y, con algo de culpa, estudian el video (no les da para papers) de Simon Sinek.

Más allá de narcisismo y fragilidad, que la hay y que no es distintiva de los millennials sino de un par de generaciones aledañas, creo que se trata de nuevas posibilidades de ser en el mundo que en muchos casos desafían el sentido común y algunas de nuestras prácticas; de ahí el rechazo.

En vez de colonizarles creo que hay que conversar con ellos. Y conversar de verdad, en apertura, con mente de principiante, con asombro y respeto. Y descubrir las nuevas posibilidades que encarnan. El mundo que nos traen de regalo.

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