Desde la antropología evolutiva todos los actuales seres humanos provienen de una misma mujer hace 200 mil años (Eva). En esa perspectiva temporal, nos hace inmigrantes a todos en la historia de la humanidad.
En ese mismo contexto, el miedo, como emoción básica, ha sido un mecanismo de defensa natural, básico y viejo, que está siempre presente para defender y defender “lo propio”.
Así se construyó una estructura cultural de “los unos y los otros”
Hemos visto con dolor y preocupación las diversas manifestaciones xenófobas en distintos puntos del mundo. Lamentablemente esto no es un evento aislado. Incluso han aparecido políticos en Chile con discursos discriminatorios, desinformados y buscando votos en la galería, apelando al miedo al otro.
Si nos vamos a las estadísticas, Chile es un país con una tasa de inmigrantes por bajo el promedio global y muy por bajo los países de la OCDE (club del que nos sentimos orgullosos de ser parte), también encontramos que los inmigrantes tienen mayor cantidad de años de educación que el promedio chileno (12 sobre 10 aproximadamente), y para ir directo al argumento aparecido hace poco sobre que “muchas de las bandas de delincuentes en Chile son de extranjeros”, según estadísticas de carabineros, menos del 1% de los delitos cometidos en Chile son por extranjeros.
Por otra parte, si vamos a países con altos índices de desarrollo e innovación, son países que han surgido con olas de inmigrantes, que valoran la diversidad (desde la cual las culturas van evolucionando) y son capaces de generar valor e innovación, capitalizando la multiculturalidad y las diferentes visiones de mundo en un contexto de confianza (Chile es uno de los países con menor confianza interpersonal del mundo).
En ecosistemas, la diversidad es uno de los focos de resiliencia de los sistemas. A mayor diversidad, mayores posibilidades de permanecer en el tiempo. Lamentablemente en Chile estamos acostumbrados a ver plantaciones de puros pinos uno al lado del otro (los que aún son confundidos con bosques naturales). Esa homogeneización (monocultivo) termina degradando el suelo, destruyendo el ecosistema y agotando los recursos hídricos, entre muchos otros impactos.
En este caso, el tema es el mismo. Si no apoyamos la diversidad, generamos políticas de integración e invitamos a personas de culturas distintas a polinizar la nuestra, terminaremos asfixiados de nuestro monocultivo cultural. El gran desafío es generar y anticipar un proceso de integración cultural de los inmigrantes (fenómeno que será creciente) más que dejarlos en ghettos, tratándolos como otro distinto y peligroso.
La estrategia de encontrar un “enemigo común” ha sido usada a lo largo de la historia como una fuente de fragmentación para conservar y fortalecer el poder frente a una comunidad desinformada y con un trasfondo de miedo. No dejemos que nos pase eso en Chile, no nos lo merecemos como país.
En la Plataforma, la integración y diversidad es un valor fundamental. Bienvenidas las nuevas culturas y miradas, son fuente constante de evolución.
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